jueves, 15 de enero de 2009

El ancho de banda de los sentidos en los seres humanos

Este cuadro muestra la diferencia entre el ancho de banda o capacidad de transmisión de datos «real» de nuestros sentidos al cerebro, frente al ancho de banda de nuestra percepción consciente. Esto último es algo tan bajo como un bit por segundo en el caso del olfato o el gusto, cinco para el tacto, o hasta 30 y 40 bits por segundo para el oído y la vista. ¿No suena increíblemente limitado? En realidad nuestros ojos «transmiten» al cerebro el equivalente a unos 10 Mbps, el tacto 1 Mbps y el resto algo menos, pero todo queda resumido a valores absolutamente mínimos al llegar a nuestro «yo consciente».

La tabla procede de un artículo de Pedagogy, Culture & Society titulado The half-second delay: what follows? (2006) que viene a explicar este curioso fenómeno. Se cree que cada vez hay más pruebas de que aunque la mente inconsciente procesa unos 11 megabits por segundo el nivel final, que es nuestra mente consciente procesa tan solo unos 50 bits por segundo.

No soy un experto en nada de esto, pero en otros trabajos parecidos que he leído creo recordar que lo se sugiere es la idea de que gran parte de las funciones relacionadas con los sentidos y el cerebro funcionan por hardware de forma totalmente automática, y que la parte realmente relevante sobre la que tomamos decisiones de forma consciente es muchos órdenes de magnitud inferior. No experimentamos los «datos en bruto» del mundo que nos rodea, solo tras haber sido filtrados cuidadosamente por el subconsciente. El mundo nos parece rico en detalles, pero no percibimos conscientemente tantos detalles sobre esa vasta información.

Eso explicaría en parte algunas ilusiones ópticas o efectos como el de que a veces mirando el segundero de un reloj podemos «congelarlo» sin que se mueva, haciendo que un segundo parezca durar mucho más que un segundo. (Ver: Cómo detener el tiempo hackeando el cerebro).

En cierto modo, si nuestra consciencia es nuestra humanidad, podría decirse que se reduce a procesar y tomar decisiones sobre menos de 50 bits por segundo, sobre los que, si acaso tenemos libre albedrío, es sobre lo que «actuamos».

También se habla en el trabajo del curioso límite del «medio segundo», que es el tiempo necesario para ser conscientes de los estímulos externos pero que a todos los efectos creemos que son simultáneos y en tiempo real, haciéndonos vivir en una especie de «realidad con retraso» que, sin embargo, no percibimos como tal (la verdad: sería poco práctico, así que mejor el autoengaño).

Hace unos años leyendo sobre todo aquello de si llegaría a ser posible copiar la mente humana en un ordenador apareció un dato similar, que las personas no somos capaz de procesar más información que dos bits por segundo, lo cual sonaba sorprendente, pero procedía ni mas ni menos que del mismísimo Marvin Minsky. Algunas otras ideas acerca de entender lo que es la inteligencia van en esta línea de que las cosas son más simples de lo que parecen en nuestro cerebro.

Una de las cuestiones más inquietantes, según apunta Dave Gray en su blog tras examinar el trabajo, resulta ser esta:

“Los modelos tradicionales (…) sugieren que primero decidimos lo que pensamos, y entonces decidimos cómo nos sentimos respecto a ello. Las pruebas, en cambio (…) indican lo contrario, que el orden real de las cosas es más bien al revés (…) que cómo nos sentimos respecto a algo nos viene a decir qué es lo que debemos pensar.”

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